Industria del entretenimiento
Una discusión que nace a raíz de las continuas declaraciones vertidas a los medios de comunicación por parte de miembros del equipo de la serie Vikings. Algunos dirán que por envidia y celos, mientras otros valoran y lo ven lógico pero en mi opinión, efectivamente, Vikings es mejor que Juego de Tronos.
George R.R. Martin no tiene piedad a la hora de matar a personajes de Juego de tronos. Algo que lleva a convertir en todo un deporte de riesgo el coger cariño a sus personajes. Una filosofía que no comparte Michael Hirst y el equipo de guionistas de Vikingos. La diferencia entre las muertes de Vikingos y Juego de tronos es que para los primeros no son un elemento efectista, no son para crear un efecto, una reacción en el espectador. Se debe meditar mucho el cómo y el por qué un personaje muere y en qué momento lo va a hacer.
En Vikings la muerte de personaje principal es un elemento fundamental en la narrativa. Es lo correcto y toca hacerlo ahí. No obstante, aunque esté muerto, no desaparece su influencia en la temporada ni en la serie. Hirst reconoce que la suya “es una serie que se llama Vikingos y cuando los actores firman el contrato saben que va a morir gente. Hay muchos actores que cuando les visita el productor al que todos conocen como “el ángel de la muerte”, leen el guión y saben qué les va a pasar, le suplican que no les maten”.
Muchas veces se pierden personajes importantes. Pero también se ganan nuevos porque esta serie es la saga de Ragnar y sus hijos. Y a estos los veremos como jóvenes y tendrán un papel importante.
Hirst vuelve a incidir en que su serie no contiene escenas gratuitas. En Juego de tronos hay escenas de sexo tan gratuitas que quedan hasta ridículas. Si tenemos en cuenta la cultura vikinga, la violencia era una parte fundamental de esta cultura. Y era importante mostrarlo. En algunos momentos sabemos que pasa algo violento, pero no hace falta enseñarlo de forma gráfica. En Vikings no se busca siempre que hay una batalla, que la sangre salpique la pantalla.
El principal interés es conectar el pasado con el presente. No son dramas costumbristas, en los que los personajes parecen sacados de un museo. Se centra en lo que tenemos en común en todas las épocas. Es una historia muy real y nos podemos sentir identificados. En el primer capítulo de Vikingos no sorprende verles pelear. Sin embargo, en el segundo, los ves desde el punto de vista familiar.
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