4.3. El documental. Tipos de documental. El documental como documento cultural.
La directora francesa Agnès Varda falleció el pasado 23 de marzo con 90 años, poco más de un mes después de estrenar su última película, Varda by Agnès, en el festival de Sundance. Fue a esta tardía edad, donde no paró de trabajar, que Varda recibió gran reconocimiento después de 65 años haciendo cine. En 2015, el festival de Cannes le entregó una palma d’or honorífica, convirtiéndose en la única mujer en recibirla hasta la fecha. También fue galardonada con un Oscar honorífico en 2017, premio que recibió con entusiasmo, pero también humor, apuntando eran necesarios 65 años de trabajo para que la academia reconociera su trabajo.
Y ese reconocimiento no ha llegado especialmente gracias a sus trabajos de ficción, que la convirtieron, entre otras cosas, en una de las figuras más importantes de la Nouvelle Vague (y la única mujer). La Pointe-Courte (1955), Cleo de 5 a 7 (1962) o Vagabond (1985) son solo algunas de las películas que Varda dirigió y que casi pasaron desapercibidas, al menos si las comparamos con la fama de sus compañeros masculinos. Su trabajo en ficción fue rompedor, pero son sus documentales, con tintes autobiográficos, lo que más ha destacado en los últimos años.
Con una carrera documental ya formada en el siglo 20, tratando temas sociales y políticos como en Salut les Cubains (1963) y Black Panthers (1968), es a partir del año 2000 donde el público parece empezar a acoger los documentales de Varda con la singularidad que merecen. Y este es el tema que merece atención, el experimental método documental de Agnès Varda.
Ella misma lo bautizó cinécriture, que más o menos se traduce como “cine-escritura”, donde la cámara es el lápiz, y lo que escribe son imágenes. Cinécriture, pensar y escribir mediante imágenes en una pantalla. Este término nace, además de su dedicación al documental, de su elección de mezclarlo con ficción. Varda responde a varias preguntas en una entrevista para The Hollywood Reporter que ayudan a comprender cómo ve ella su propio cine.
“Nunca quiero decir nada, solo quiero observar a la gente y compartir. Es lo que llamo cine-escritura, donde todas las elecciones crean algo que se llamaría “estilo”. Pero estilo es una palabra literaria, por lo que la cine-escritura” son todos los elementos que tenemos que elegir, o usar, para construir algo que pueda ser compartido […] Nunca hay un mensaje que entender.”
[…] Fui fiel a la idea de compartir emociones, impresiones, sobre todo porque siento mucha empatía por los demás y me acerco a gente sobre la que no se habla. Tengo 65 años de trabajo en mi bolsa, ¿qué sale de la bolsa? Realmente, el deseo de encontrar uniones y relaciones con diferentes tipos de personas. Nunca hice una película sobre la burguesía, gente rica, sobre la nobleza. Mis elecciones han sido mostrar gente que son más comunes en cierto modo y observar que cada uno de ellos tiene algo especial e interesante, raro y bonito. Es mi forma natural de mirar a la gente. No luché contra mis instintos.
[…] El cine siempre puede ayudar a la gente a ganar conciencia. Mi cine no enseña una lección como tal, pero traté de ser justa y abrir los ojos de la gente. […] Intento ser honesta con lo que pienso y compartirlo, pero no me muestro a mí misma como una persona que sabe lo que se debería hacer. […] Trabajo mucho para hacer un cine honesto, pero no soy lo suficientemente pretenciosa como para pensar que puedo cambiar el mundo. JR dice que el cine puede cambiar el mundo. No, a veces podemos cambiar la mentalidad de la gente, o la forma en la que ven el mundo o a otra gente. Debemos saber que ser una artista honesta ya es algo.”
En Los espigadores y la espigadora (2000), Varda muestra las historias de gente francesa que recoge diferentes cosas que otras personas dejan atrás, frutas, verduras, lo que haya en las basuras de París… Al mismo tiempo, pone el objetivo de la cámara sobre sí misma también. Ella es la espigadora, “recogiendo” con su cámara los momentos de otros.
Es esta forma de mostrarse así misma en un documental lo que hace explícito algo que normalmente olvidamos: que lo que vemos en documentales es la visión de alguien en particular. Como remarca el crítico A.O. Scott en su artículo para The New York Times, esta visión suele ser la de alguien cuya autoridad o estatus como autor está protegido por su invisibilidad.
Convirtiéndose a sí misma en parte de sus documentales, Varda deja claro que sus obras son subjetivas. En Les plages d’Agnès (2008) muestra todavía más la parte autobiográfica, hablando de su trabajo y sus memorias con esa personalidad que ha logrado cautivar al público. Y, a pesar de haber declarado que esta sería su última película, en 2017 estrenó Caras y Lugares, una coodirección con el artista francés JR en la que vuelve a hablar de sí misma, de su envejecimiento, de la muerte… Todo esto mientras recorre la Francia rural, conociendo a sus habitantes y pegando retratos enormes de estos en murales, siendo los paisajes tan característicos de sus gentes como una persona de su entorno.
La relación que Agnès Varda ha creado consigo misma y sus documentales, abundantes de su personalidad, ofrece a la audiencia una sensación de conocerla. En sus propias palabras, Varda comienza Les plages d’Agnes diciendo: “Estoy haciendo el papel de una pequeña señora mayor, agradablemente rechoncha y habladora, contando la historia de su vida. Y, aun así, estoy interesada en otros, son otros a los que me gusta grabar. Otros que me intrigan, me motivan, me hacen preguntarme cosas, me desconciertan, me fascinan.” Siempre en medio de una línea entre lo documental y la ficción, donde todas las impresiones están a cargo de la audiencia.
Ahora tan solo queda esperar el estreno oficial de Varda by Agnès, que según adelantó la misma directora, es su declaración definitiva sobre su trabajo y su vida. Esta, que dijo sería su última película, finalmente lo fue. Pero no sin haber dejado un legado de obras tan experimentales como sociales, que siguen su propio género. El cine fue tan importante para la vida de Agnès Varda como Varda lo ha sido para el cine, con su mirada peculiar, honesta y poética. Y para descubrirlo, basta con ver sus películas.