3.5 La radio hoy. Las nuevas tecnologías de la información y comunicación (NTIC). La radio en internet.
La radio no sería lo que es si no fuera por el feedback de sus oyentes. Esta palabra inglesa significa retroalimentación, es decir, soltar una información a un receptor y que éste responda al emisor del mensaje. Esto no es algo nuevo, desde los orígenes de la radio el feedback ha sido un pilar fundamental para la recreación de los hechos: desde el hundimiento del Titanic en 1912 hasta las cartas que recibía Elena Francis entre 1951 y 1970. Más actual y como ejemplo para mostrar la importancia de la retroalimentación, especialmente en radio, voy a hablar del nuevo film de Pedro C. Alonso “Feedback”.
Un locutor exitoso de Londres es asaltado en su propia emisora por unos enmascarados que le obligan a continuar con el programa nocturno para sacar a la luz un escándalo que le involucra. Según avanza la noche, las identidades y la propia implicación del locutor con los hechos van siendo revelados. Lo que le da ese punto de “thriller psicológico” es que, como espectador, la película te hace dudar constantemente sobre la inocencia del protagonista, y si a eso le añades lo claustrofóbica que puede llegar a ser una situación como esa, entonces tenemos un combo perfecto. Pero llegando al quid de la cuestión, el feedback de los oyentes del propio programa es clave para esta trama tan enredada.
Mientras el locutor cuenta la “verdad” de los hechos en directo, los asaltantes esperan la respuesta del público a través de Twitter con el fin de destruir la carrera de Jarvis Dolan (el locutor). Sin embargo, la realidad no es la que esperaban. El público se lo toma como una fake new o una broma, de hecho, muchos de ellos llegan a defender que eso era imposible de que ocurriera. En ese punto, uno de los asaltantes comienza a dudar sobre si Dolan es culpable o no, todo se pone tenso y esa realidad que creía saber comienza a desmoronarse.
El feedback de los oyentes es clave para la supervivencia, la credibilidad y la inocencia del locutor. Y esto mismo ocurre fuera de la pantalla. Podríamos decir que detrás de esta historia “ficticia” existe un trasfondo social que denuncia cómo la radio es capaz de ocultar ciertas realidades a su antojo. Nosotros, como público, no podemos saber qué noticias son falsas o cuáles son verdaderas, pero si apoyamos un hecho desde el desconocimiento las consecuencias pueden ser terribles. Nos dejamos llevar por el carisma del locutor de radio que escuchamos todas las mañanas, pensando que él es imposible que nos mienta. Y es que, en esta sociedad en la que vivimos, hay muchísima desinformación o verdades a medias detrás de cada emisión. Por tanto, antes de culpar o de declarar inocente a alguien públicamente, miremos cara a cara a los hechos y pensemos sin prejuicios si lo que nos cuentan puede ser verdad o no.