EL SUICIDIO Y LOS MEDIOS – LAURA BAÑÓN

1.2 El enfoque cultural aplicado a los medios audiovisuales y su contextualización histórica.

Es necesario tener esto muy en cuenta; en nuestros tiempos el suicidio es una manera de desaparecer, se comete tímidamente, silenciosamente. No es algo que se hace, es algo que se padece. (Cesare Pavese)

No se habla sobre el suicidio. Es un suceso que no se cuenta; que no se explica. Puede que se confiese en algún recóndito lugar; en ese sombrío rincón que parece que esté creado para ordenar los trapos sucios.  Si no hablamos del suicidio, si no pensamos en él, tal vez no exista (para nosotros). Tal vez, en ese caso nunca tengamos que padecerlo.

El suicidio es el tema tabú por excelencia, ya que es a su vez, la aniquilación de los demás tabúes. La pedofilia, el incesto, las atrocidades del terrorismo abundan en los telediarios, en muchos casos de forma que alimenta ese morbo sensacionalista creado entre el público espectador.

Sin embargo, cuando se trata de un suicidio, se emplean los eufemismos (“Fue encontrado sin vida”) y se expone de forma decorosa para suavizar y minimizar la situación (“Se desconocen las razones de la causa de la muerte”). Esto supone un gesto incómodo incluso para el propio presentador, quien tampoco quiere hablar de ello y lidia con la noticia de la forma más disuasoria posible.

A menudo, se le otorga al suicidio el carácter de enfermedad contagiosa que, aunque es obvio que no lo es, en España se lleva por delante alrededor de 4000 personas al año.

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En general, solo interesa el suicidio del famoso, y en concreto el que pueda justificarse por vidas disolutas; el natural discurrir de los acontecimientos para el muñeco roto.

La relación entre el cine y los cineastas con “ese pecado contra uno mismo” no escapa de las ataduras sociales. Los que cuentan la historia de un suicida creen que saben. Creen que hubo señales. Creen haber podido hacer algo. Las películas sobre el suicidio no son más que interpretaciones de los hechos.

Sin embargo, el suicidio es el acto íntimo por excelencia. No supone el mismo impacto en el espectador que en la casa de enfrente haya un hombre y mate a otro, que en la casa de al lado exista un hombre con problemas y decida acabar con su vida. Nadie quiere identificarse con la persona que decide cortarse las venas o atarse una soga al cuello. Puedes imaginarlo, pero nunca podrás llegar al trasfondo de todo ello.

Es el propio autor o autora de la película quien quiere creer que eso no puede pasarle a él o ella. Es su propio mecanismo de defensa contra la desesperanza, y el de todos.

El suicidio en la gran pantalla es un asunto tangencial, si bien transversal. Ampliando el concepto, podemos analizar cómo el suicidio afecta al cine y cómo el cine maneja el suicidio.

En algunos casos se realiza un tratamiento muy lejano, otros, desde la cercanía, como algo caricaturizado, y en ocasiones, romantizado.

El suicida a veces es el culpable, es el cobarde, es el mártir, es el valiente que dio su vida por una causa, o simplemente una persona que ama la vida y busca una salida.  El espectro del suicidio se basa en meras interpretaciones, y es por ello por lo que los medios de comunicación le dan diferentes tratamientos al asunto, en base a la coyuntura social respecto al mismo.

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