El cine es un gran medio de aprendizaje capaz de modelar nuestra conducta y valores, determinante en la elaboración mental del entorno que nos rodea durante nuestro desarrollo. Al igual que los medios de comunicación, son el principal medio de socialización, llegando a estar incluso encima de la propia familia de los adolescentes, que no siempre son conscientes del contenido del producto.
Por ello, es importante que durante la configuración de identidad que se lleva a cabo en la adolescencia, los jóvenes tengan modelos cinematográficos exentos de estereotipos de género y con valores de respeto y tolerancia, entre muchos otros.
Pero al contrario de eso, las representaciones cinematográficas contemporáneas están transmitiendo a las futuras generaciones mundos imaginarios llenos de machismo y desigualdad de género.
Es muy importante preguntarnos qué están advirtiendo los adolescentes en estos productos, tanto televisivos como cinematográficos, y qué imaginario de género están construyéndose en sus mentes a partir de estos.
Podemos responder a estas preguntas desde diferentes puntos de vista. En cuanto al protagonismo de los filmes, hay una supremacía de los personajes masculinos sobre los femeninos, teniendo estos últimos una menor relevancia en el transcurso de la historia respecto a los primeros. Además, a excepción de algunas, la mayoría de las producciones son narradas a partir del punto de vista de los personajes masculinos, que muestran una actitud activa y agresiva, relegando a las intérpretes femeninas la pasividad y delicadeza.
Asimismo, se cae en la cosificación del cuerpo femenino, los estereotipos tradicionales como “la chica buena”, la chica mala” o la “femme fatale”, además del mito del “amor romántico”, que propaga la idea de que, sin dolor, el amor no es amor, llegando a justificar en muchos casos los comportamientos violentos llevados a cabo por el protagonista.
Como se ha dicho anteriormente, los adolescentes están en proceso de configurar sus identidades, y por ello es necesario cuidar su educación y, por consiguiente, el tipo de mensajes que absorven a través del cine y los medios de comunicación (principales fuentes de socialización en la adolescencia), que marcan su comportamiento y forma de relacionarse y, por tanto, su futura identidad.