Efecto mariposa – LAURA BAÑÓN

Toda causa tiene su efecto, y todo efecto tiene su causa. Estamos tan acostumbrados y acostumbradas a los cambios y vuelcos diarios que percibimos a través de los medios de comunicación, que no nos damos cuenta de cómo la sociedad va girando y mutando como un organismo vivo y vibrante.

Bolsonaro, Trump, Siria, asesinada, violada, suicidado, desahucios…son palabras que tenemos muy interiorizadas y que estamos habituados a escucharlas en conversaciones corrientes o noticiarios. La cuestión es ¿qué consecuencias genera el impacto mediático de estos temas en la población? ¿Los medios están al servicio del pueblo, o al de las grandes élites?

Lo único que podemos afirmar es que existen las raíces; que existen elementos o causas catalizadoras que desencadenan sucesos de acontecimientos. Todo tiene un por qué, porque todo tiene un inicio; una causa, por sutil e indirecta que parezca.

El 20 de enero de 2017 tuvo lugar uno de esos acontecimientos. El ascenso al poder de Trump, y su discurso misógino tan arraigado a sus antecedentes sexistas, sumado a su política xenófoba y patriarcal, produjo en la población mundial y en los medios de comunicación un gran impacto.

Ese mismo año, el día Internacional de la Mujer; el 8 de marzo, surgió la iniciativa de manifestarse, en medio de toda la coyuntura política y social, mediante una huelga de mujeres; “Un día sin mujeres”. Esta huelga contra la política machista y racista imperante se extendió por más de 40 países, y parte de 3 puntos básicos:

  • Que las mujeres no vayan a trabajar, para hacer notar su ausencia y recalcar su importancia en el trabajo.
  • Es una huelga de consumo; como forma de hacer frente al sistema capitalista que se beneficia y retroalimenta del patriarcado.
  • Que las que no puedan vincularse a los anteriores puntos, vistan de rojo. (Esto ha variado en algunos países, ya que también existe la idea de colgar un delantal en el balcón en su lugar, debido a que la finalidad es mostrar públicamente la protesta).

La huelga del 8 de marzo surgió con la finalidad de incluir también, a las mujeres racializadas, con diversidades funcionales y LGTB; ya que sufren el doble de discriminación por pertenecer a una minoría no privilegiada.

Miles de mujeres salieron a protestar el 8 de marzo de 2017 y esto tuvo una gran repercusión. Para los medios que pasaban por alto los feminicidios, se les torna relevante la protesta de las mujeres.

También en 2018, cientos de miles de mujeres salieron a las calles a luchar por sus derechos. En España, se viralizó un vídeo en el que aparecen unas mujeres que entraron violentamente a un aula, e intentaron boicotear una clase de estudiantes que se habían negado a secundar la huelga. Esto sirvió como piedra dialéctica para las mentes más retrógradas contra el movimiento feminista. Los medios de comunicación ensuciaron, en cierta medida, este acontecimiento masivo.

En 2019 se han duplicado las cifras de mujeres que han salido a las calles ese 8 de marzo, y de nuevo, se ha convertido en un espectáculo para los telediarios.

Con esa actitud “chaquetera” de los medios de comunicación, podemos deducir que están al servicio del capitalismo, y que les interesa comunicar solo aquello que les proporcione un interés, incluyendo las manifestaciones por los derechos humanos.

En ocasiones interesa la desigualdad, en otras la lucha por la igualdad. Interesa la polémica, y a veces, hasta el sufrimiento. Interesa el morbo, el dinero, y ese efecto mariposa que inició Trump.

XKCMDMMM

 

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